¿Poder general o poder especial?

Un poder es un contrato realizado a favor de una persona o varias personas para que realice/n en nuestro nombre uno o más negocios, por cuenta y riesgo del que encomienda y otorga el poder. 

En definitiva, el poder es un mandato para que un tercero nos represente en un negocio en especial o de forma genérica, dependiendo del poder que realicemos.

PODER GENERAL

El apoderado queda facultado para representar a su poderdante en cualquier negocio, o para hacer cualquier negocio: vender, comprar, hipotecar, arrendar, renunciar, transigir, etc. 

Este tipo de poder puede suponer un riesgo para el poderdante porque el apoderado está facultado para hacer prácticamente lo que desee, incluso sin el consentimiento del poderdante, o hasta contra su voluntad.

PODER ESPECIAL

El apoderado queda facultado únicamente para representar al poderdante en los negocios que expresamente haya contenido en el poder.

Este tipo de poder restringe lo que el apoderado puede hacer. Por ejemplo, si el poder otorgado es para firmar el contrato de arrendamiento de un apartamento, el apoderado no puede venderlo, hipotecarlo ni donarlo. Así pues, es aquel que se otorga para uno o más asuntos específicos, limitando la facultad del apoderado.

¿Cómo se otorga el poder general y especial?

Ya hemos dicho que es un contrato de mandato y, todo y que la ley no es rígida, ya que prevé que el poder general sea en escritura pública y el poder especial pueda llegar a aceptarse en documento privado, lo conveniente es que ambos se realicen en escritura pública ante notario, ya que así lo vienen exigiendo organismos públicos y/o particulares.

Vigencia del poder especial y general

El mandato se acaba por su revocación, por renuncia, incapacitación del mandatario y por muerte o insolvencia de éste; también se extingue por la incapacitación del mandante, salvo que se hubiera dispuesto su continuación.

 

RECOMENDACIONES

Cuando se otorga un poder a un tercero, se hace porque se le tiene confianza a ese tercero, pero en todo caso no hay garantía de que el apoderado cumpla debidamente con su encargo, o que no se extralimite o lo utilice para defraudar la buena fe de quien le confirió el poder.

Lo recomendable es consultar a un especialista y trasladarle qué queremos o qué esperamos que haga ese tercero en nuestro nombre. De esta manera los especialistas podrán estudiar y explicarle que necesita el apoderado y hasta cuándo lo necesita, salvaguardando sus intereses.